miércoles, 5 de noviembre de 2025

La cadena de custodia

 

Imagen: foto de la "bala mágica", utilizada en la Comisión Warren

que investigó el asesinato de Kennedy en 1963-64. Dominio público


La cadena de custodia

 

En la novela negra solemos imaginar al detective brillante que descubre la pista clave: una huella en el pomo, un casquillo junto al cadáver, una fibra de tela en la uña de la víctima. Sin embargo, en la realidad policial esos indicios no valen nada si no se garantiza algo mucho menos novelesco: la cadena de custodia.

 

La cadena de custodia es, en esencia, el rastro documental que demuestra que una prueba se ha recogido, transportado, almacenado y analizado sin que nadie la manipule indebidamente. Es un hilo invisible que asegura que lo que llega al juez es lo mismo que se encontró en la escena del crimen. Si se rompe, la defensa puede pedir que esa prueba sea invalidada, y un culpable podría quedar en libertad.

 

El inicio: la escena del crimen

Todo comienza en el momento en que el primer agente encuentra un indicio. Antes de tocarlo, debe fotografiarlo y describirlo. Después, se recoge con guantes, se coloca en un contenedor adecuado (bolsas estériles, sobres de papel, tubos) y se etiqueta con información clave: fecha, hora, lugar, quién lo recogió y en qué condiciones. Desde ese instante, ese objeto tiene una especie de “pasaporte”: cada persona que lo toque deberá dejar constancia escrita.

 

 El viaje de la prueba

Una vez recogida, la prueba pasa a manos del responsable de custodia, que la traslada a dependencias policiales o laboratorios forenses. Cada entrega y recepción queda registrada: hora, firma, cargo del agente. No es un mero trámite burocrático; es la forma de blindar la prueba frente a sospechas de manipulación.

 

Imagina una bala encontrada en un cuerpo. Si no queda constancia exacta de quién la recogió y cómo se guardó, cualquier abogado defensor podrá sembrar la duda: ¿y si alguien la cambió por otra? ¿y si se perdió en el traslado y la “nueva bala” apareció por arte de magia? Esa duda puede bastar para arruinar un caso entero.

 

El laboratorio y el retorno

En el laboratorio, la cadena de custodia sigue siendo esencial. El perito que analiza la muestra debe firmar su recepción, detallar las técnicas empleadas y devolver la prueba al almacén, también documentando el proceso. El ciclo se cierra cuando la evidencia llega al juzgado. Allí, la validez depende no solo del resultado pericial, sino de que se pueda demostrar que nadie la alteró desde el minuto cero.

 

Rupturas en la cadena

En la ficción, muchas veces se pasa por alto este aspecto. Pero en la realidad, una rotura en la cadena de custodia puede tumbar investigaciones millonarias. Desde una simple etiqueta mal escrita hasta la pérdida temporal de una muestra, cualquier descuido puede ser letal para la acusación.

 

En la novela negra

Para un escritor, la cadena de custodia es un recurso narrativo muy potente. Puede ser el talón de Aquiles de una investigación aparentemente perfecta. O el cabo suelto que un abogado sin escrúpulos aprovecha para liberar a su cliente. En otras ocasiones, puede convertirse en un detalle que dé verosimilitud a una trama: el lector se engancha cuando percibe que detrás del humo del misterio hay procedimientos sólidos y reales.

 

En definitiva, la cadena de custodia no es tan vistosa como una persecución en coche o un interrogatorio a gritos. Pero, sin ella, ninguna prueba forense podría sostenerse en un tribunal. Es el verdadero guardián de la justicia en la sombra.


domingo, 12 de octubre de 2025

¿Qué es la novela negra realista?

 

 

Foto del autor

 

La novela negra tradicional

 Aunque hay excepciones, la novela negra tradicional (y, más aún, la policiaca) suele presentar en sus páginas una acción trepidante y algo fantasiosa: puñetazos, persecuciones, tiroteos... El protagonista es con frecuencia un joven guapo, musculoso, inteligente y seductor. Y, como buen seductor que es, necesita que aparezca la chica de turno, en una de dos versiones: o bien en el papel de mujer fatal o en el de chica indefensa necesitada de protección.

 

 El valor principal es la acción y el entretenimiento, y a ellos se subordinan otras cuestiones como la profundidad psicológica de personajes y comportamientos y la credibilidad y coherencia del argumento. Por ello, con frecuencia los personajes resultan un tanto acartonados, ya que el ritmo frenético no permite entretenerse demasiado en conocerlos. Y los finales pueden ser forzados o poco creíbles.

 

 En estas novelas tampoco se obedecen siempre determinadas cuestiones legales, organizativas o de simple lógica. Por ejemplo, un inspector de policía puede investigar un crimen cometido en un pueblo de Castilla, sin que se tenga en cuenta que, en España, la investigación sería competencia de la Guardia Civil y no de la Policía.

 

 La novela negra realista

 Por el contrario, la novela negra realista, sin renunciar en absoluto a entretener con un argumento apasionante, crea una trama lógica y creíble, en la que el comportamiento de los personajes tiene coherencia interna, es decir, que dichos personajes actúan según su forma de ser, su psicología y sus intereses, y no solo para encajar en el guion.

 

 Además, se tienen en cuenta las limitaciones legales y científicas que condicionan la conducta de la policía. Por ejemplo, nunca se verá en una novela negra realista a un inspector recoger pruebas sin cumplir escrupulosamente el protocolo al que le obliga la ley al hacerlo. Porque sabe que, si no lo cumple, esas pruebas serán nulas en un juicio.

 

 Y aquí entramos en un aspecto muy importante: el lector puede aprender en las páginas de la novela negra realista aspectos interesantes de la investigación policial: cuestiones legales, psicológicas, forenses, criminalísticas, organizativas... Por ejemplo, el lector se da cuenta de la importancia de la figura del juez instructor, que es quien dirige las investigaciones de los delitos (en España y en muchos países, aunque en otros es el fiscal), y es una figura que rara vez aparece en la novela negra tradicional.

 

 Por lo anterior, puede decirse que la novela negra realista se acerca mucho al true crime.

 

 Mis libros

 Mis tres primeros libros (El mar infinito y otros relatos, Hija de la nada y La huella de la bestia), aunque tocan temas afines, no son propiamente novelas negras.

 

 Es en la Serie del Inspector Bermúdez, con La tarántula y, sobre todo, la Trilogía de la mujer muerta y la Tetralogía de la niña desaparecida, donde me sitúo de lleno en la novela negra realista. En la trilogía se cuenta en los tres libros una única historia, y otro tanto ocurre con la tetralogía, en cuatro. Son historias largas y apasionantes, de fácil lectura, que os mantendrán muchas horas pegados a sus páginas. Y son pura novela negra realista.

 

 Tanto en la trilogía como en la tetralogía, para estar lo más seguro posible del terreno que piso, he contado con el asesoramiento de una psicóloga, un policía y una abogada. Les envío desde aquí mi agradecimiento por su trabajo y su paciencia.