viernes, 6 de junio de 2025

¿Qué es la novela negra realista?

 

 

Foto del autor

 

La novela negra tradicional

 Aunque hay excepciones, la novela negra tradicional (y, más aún, la policiaca) suele presentar en sus páginas una acción trepidante y algo fantasiosa: puñetazos, persecuciones, tiroteos... El protagonista es con frecuencia un joven guapo, musculoso, inteligente y seductor. Y, como buen seductor que es, necesita que aparezca la chica de turno, en una de dos versiones: o bien en el papel de mujer fatal o en el de chica indefensa necesitada de protección.

 

 El valor principal es la acción y el entretenimiento, y a ellos se subordinan otras cuestiones como la profundidad psicológica de personajes y comportamientos y la credibilidad y coherencia del argumento. Por ello, con frecuencia los personajes resultan un tanto acartonados, ya que el ritmo frenético no permite entretenerse demasiado en conocerlos. Y los finales pueden ser forzados o poco creíbles.

 

 En estas novelas tampoco se obedecen siempre determinadas cuestiones legales, organizativas o de simple lógica. Por ejemplo, un inspector de policía puede investigar un crimen cometido en un pueblo de Castilla, sin que se tenga en cuenta que, en España, la investigación sería competencia de la Guardia Civil y no de la Policía.

 

 La novela negra realista

 Por el contrario, la novela negra realista, sin renunciar en absoluto a entretener con un argumento apasionante, crea una trama lógica y creíble, en la que el comportamiento de los personajes tiene coherencia interna, es decir, que dichos personajes actúan según su forma de ser, su psicología y sus intereses, y no solo para encajar en el guion.

 

 Además, se tienen en cuenta las limitaciones legales y científicas que condicionan la conducta de la policía. Por ejemplo, nunca se verá en una novela negra realista a un inspector recoger pruebas sin cumplir escrupulosamente el protocolo al que le obliga la ley al hacerlo. Porque sabe que, si no lo cumple, esas pruebas serán nulas en un juicio.

 

 Y aquí entramos en un aspecto muy importante: el lector puede aprender en las páginas de la novela negra realista aspectos interesantes de la investigación policial: cuestiones legales, psicológicas, forenses, criminalísticas, organizativas... Por ejemplo, el lector se da cuenta de la importancia de la figura del juez instructor, que es quien dirige las investigaciones de los delitos (en España y en muchos países, aunque en otros es el fiscal), y es una figura que rara vez aparece en la novela negra tradicional.

 

 Por lo anterior, puede decirse que la novela negra realista se acerca mucho al true crime.

 

 Mis libros

 Mis tres primeros libros (El mar infinito y otros relatos, Hija de la nada y La huella de la bestia), aunque tocan temas afines, no son propiamente novelas negras.

 

 Es en la Serie del Inspector Bermúdez, con La tarántula y, sobre todo, la Trilogía de la mujer muerta y la Tetralogía de la niña desaparecida, donde me sitúo de lleno en la novela negra realista. En la trilogía se cuenta en los tres libros una única historia, y otro tanto ocurre con la tetralogía, en cuatro. Son historias largas y apasionantes, de fácil lectura, que os mantendrán muchas horas pegados a sus páginas. Y son pura novela negra realista.

 

 Tanto en la trilogía como en la tetralogía, para estar lo más seguro posible del terreno que piso, he contado con el asesoramiento de una psicóloga, un policía y una abogada. Les envío desde aquí mi agradecimiento por su trabajo y su paciencia.

 

domingo, 1 de junio de 2025

Tercer debate: ¿Es ético publicar novelas de true crime? El caso Bretón

 

Truman Capote en 1959

Imagen de dominio público


La literatura de true crime —relatos basados en crímenes reales— ha ganado popularidad en las últimas décadas, tanto en formato documental (sobre todo, en Netflix) como en obras literarias.

 

Aunque en realidad no fue el primero en hacerlo, no hay duda de que el "culpable" de este auge fue Truman Capote con su célebre A sangre fría. Sin embargo, dicho auge no está exento de críticas. La reciente polémica en España por la publicación de una novela inspirada en el crimen de José Bretón ha reabierto un debate necesario: ¿es ético narrar con fines literarios tragedias que todavía duelen?

 

El caso que desató la polémica

José Bretón fue condenado por el asesinato de sus dos hijos, Ruth y José, en 2011. El crimen, uno de los más estremecedores de la historia reciente de España, dejó una huella profunda en la sociedad y, especialmente, en la madre de los niños, Ruth Ortiz. Recientemente, el intento de publicación de una novela que ficciona los hechos, El odio, de Luisgé Martín, inspirada claramente en el caso, provocó la indignación pública. Ortiz calificó la obra como una "nueva forma de violencia" y denunció el uso del sufrimiento de sus hijos como material narrativo sin su consentimiento.

 

Libertad creativa contra dolor ajeno

Los defensores de la novela apelan a la libertad de expresión y al derecho a la creación artística. Argumentan que el true crime puede contribuir a una mayor comprensión de la criminalidad, visibilizar fallos institucionales o servir como herramienta de reflexión colectiva. Además, sostienen que, si la obra no vulnera la ley ni difama a personas reales, su publicación es legítima.

 

Sin embargo, los detractores insisten en que no todo lo legal es necesariamente ético. En este caso, la crítica se centra en la revictimización que supone volver a exponer públicamente una tragedia tan brutal, sin que los familiares hayan dado su aprobación ni participado en la elaboración del relato. Muchos consideran que transformar un crimen real en entretenimiento literario banaliza el sufrimiento de las víctimas y sus allegados.

 

¿Información o espectáculo?

Uno de los problemas centrales del true crime novelado es la delgada línea que separa la documentación rigurosa de buscar el espectáculo. Mientras algunos autores adoptan un enfoque casi periodístico, otros optan por recursos dramáticos, diálogos inventados y caracterizaciones que buscan enganchar al lector. Esto plantea un dilema: ¿qué responsabilidad tiene el escritor respecto a la verdad y al impacto emocional de su obra?

 

Además, el hecho de lucrarse con historias basadas en hechos traumáticos ajenos introduce otra dimensión moral. ¿Se justifica el beneficio económico cuando la materia prima es el dolor de otros?

 

Caminos posibles

El debate no tiene una respuesta simple, pero invita a reflexionar sobre posibles medidas para evitar daños innecesarios. Algunas voces proponen que los escritores consulten o, al menos, notifiquen a los familiares antes de publicar, especialmente si el crimen aún es reciente o muy conocido. Otras sugieren establecer códigos éticos para la narrativa de true crime, similares a los del periodismo, que impongan ciertos límites en cuanto a veracidad, tratamiento de las víctimas y sensibilidad.

 

Conclusión

La literatura de true crime seguirá existiendo, porque responde a una curiosidad humana genuina por el mal, la justicia y el misterio. No obstante, eso no exime a autores y editoriales de su responsabilidad. El caso Bretón ha recordado que, detrás de cada crimen, hay personas reales marcadas por el dolor. Escribir sobre ello exige no solo talento narrativo, sino también empatía y prudencia. La pregunta clave no es si se puede escribir sobre un crimen, sino cómo y para qué se hace.